viernes, 30 de junio de 2017

LOS CONSEJOS DE DIANA WYNNE JONES PARA LA CONSTRUCCIÓN DE PERSONAJES

¡Hola! ¿Qué tal? ¿Os acordáis cuando os dije por twitter que estaba preparando una entrada sobre mujeres que reinaron y todo lo que tuvieron que pasar justamente por ser mujeres? Pues esta no es, como veis en el título, pero os prometo que saldrá en algún momento, probablemente cuando acabe de hacer el term paper y otro trabajo para clase (porque sí, tengo clases hasta finales de julio, matadme). De todas formas, hoy os traigo otra entrada sobre mi autora adoptada, así que de mujeres queda el asunto.

Lo que vais a leer no es más que una traducción realizada por mí de un pasaje del libro Reflections On the Magic of Writing, que recoge muchos artículos escritos por Diana o charlas dadas por ella sobre la escritura. Este me ha parecido interesante porque, bueno, tengo varios artículos sobre construcción de personajes en el blog, así que queda bastante acorde.

Os recuerdo que todo esto forma parte del proyecto Adopta una autora, del que podréis saber más pulsando en el link.



Sin más dilación, os dejo con los consejos de Diana sobre la construcción de personajes...




CONSTRUCCIÓN DE PERSONAJES
CONSEJOS PARA JÓVENES ESCRITORES
Siempre dispuesta a dar sugerencias y consejos, Diana escribió este texto para ayudar a jóvenes aspirantes a escritores.

Tus personajes son la parte más importante de lo que escribes. Son los que hacen que la trama funcione. Las cosas no pasan porque sí, son las personas las que hacen que sucedan: decidiendo hacer una cosa en vez de otra, reaccionando entre ellos (“Me gusta esta persona, odio a esa y esta otra es idiota”), teniendo fuertes convicciones sobre la vida, siendo vanidosos o egoístas, o también simplemente por no hacer nada de nada.

De ahí que tengas que encontrar a la gente adecuada para tu historia. No estaría bien, por ejemplo, si la historia que quieres contar trata sobre alguien convirtiéndose en rey del mundo, hacer que este personaje sea una persona débil y tímida o, si lo haces, la historia tendría que tratar sobre cómo una persona así llegó a convertirse en rey debido a una serie de accidentes y malentendidos. Esta sería una historia muy diferente a la de una persona fuerte superando todo tipo de obstáculos y consiguiendo el trono al final. ¿Ves lo que quiero decir? El tipo de persona que elijas para la historia marca la diferencia.

Algunos escritores tratan de solucionar esto de una o dos maneras: la primera, teniendo un personaje principal que es una especie de títere y de observador, y haciendo que todos los acontecimientos sucedan y todos los personajes aparezcan delante de él. El resultado es que este personaje observador se convierte en una mera ventana sin personalidad por la que el lector mira a través y la trama termina siendo una serie de episodios inconexos. Lo que obtienes con esto es una especie de teatro y no una historia de verdad. Un muy buen ejemplo de esto es Alicia en el país de las maravillas, pero es un método que nadie debería imitar a menos que sea realmente un genio.

La segunda forma es incluso peor: aquí el escritor decide una serie de nombres (normalmente muy difíciles de recordar) y los deja hacer lo que la historia quiere que hagan, sin que estos tengan razones para hacerlo. Yo creo que lo que se espera con esto es que, si los trabajas con suficiente fuerza, estas figuras de cartulina terminarán, de alguna forma, convirtiéndose en gente de verdad. Al final, esto solo consigue desconcertar al lector, que intentará averiguar por qué Ertyulop huyó con el tesoro cuando en el último capítulo estaba intentando protegerlo, o por qué Asdfgh de repente decidió unirse a la expedición cuando no conseguiría nada que le interesara haciéndolo, o incluso por qué Oknmb de pronto ha empezado a odiar a Ertyulop.

Así que, ¿cómo puedes hacerlo bien?

Tienes que considerar que todos los personajes de tu historia son gente real. Tienes que conocerlos bien antes de comenzar a escribir, como si fueran buenos amigos tuyos. Esto es aplicable a todas y cada una de las personas que aparecen en tu historia, no solo para los protagonistas. Mira a tu alrededor, a tus amigos, tus enemigos, a tus irritantes tías, y aplica lo que aprendas en los personajes de tu historia. Cada una de estas personas tendrán un físico diferente, eso para empezar, lo que hará que caminen, se sienten y gesticulen de forma distinta al resto. El pelo de cada uno será de una forma en particular y les tapará los ojos, o no, cuando se emocionen. Los dientes de algunos sobresaldrán y habrá otros que los tengan postizos. Hay personas que hacen gestos todo el rato mientras otras prefieren quedarse quietas. Y lo más importante de todo, puesto que esto será lo que principalmente aparecerá en una historia por escrito: cada persona hablará de una forma diferente, característica. Escucha atentamente y te darás cuenta de que cada persona tiene su ritmo propio y especial al hablar. Una vez que encuentras el ritmo del habla de tu personaje y consigues plasmarlo por escrito, este conseguirá convencer a los lectores de que se trata de una persona real.

Otra cosa que hacen las personas de verdad es tener trabajo, hobbies y una vida aparte de donde normalmente te las encuentras. Esto es algo que también tienes que tener presente. Nada es menos convincente que unos personajes que solo parecen cobrar vida cuando empiezan a tomar parte en la historia. Tienes que estar seguro de lo que hacen cuando no estás escribiendo sobre ellos, lo que toman para desayunar, cuáles son sus intereses, el tipo de ropa que compran… Entonces, incluso aunque realmente no menciones mucho de esto, tus personajes tendrán un buen trasfondo.

Saber cómo es cada personaje cuando se baja del escenario, por así decirlo, es a menudo de gran ayuda para escribir la historia. Digamos, por ejemplo, que estás atascado en la escritura porque la trama te pide que tu personaje principal encuentre algo de vital importancia y no tienes ni idea de dónde puede conseguirlo. Entonces, afortunadamente, recuerdas que el vecino de al lado del protagonista, el nervioso y mayor señor Bulsón, tiene una tienda de objetos usados en el mercado. Tu protagonista podría dejarse caer por la tienda y darse cuenta de que aquello que buscaba se encuentra en el escaparate. Si no hubieras sabido de antemano esto sobre el señor Bulsón, te habrías quedado atascado de verdad con la historia.

Pero ten cuidado: no hay necesidad de meter en la historia todo lo que sabes de ellos. Esta es otra manera de crear el efecto cartulina del que hablé antes. El punto es que necesitas saber todo eso, pero el lector no. Las largas descripciones sobre la apariencia de tus personajes o sobre sus vidas sacan a los lectores de la historia. Pero si tú lo sabes, estos detalles aparecerán de forma natural sin que los tengas que contar como tal.

Y por encima de todo, hay algo que tienes que tener siempre en cuenta: la vida interior de los personajes. De nuevo, no tienes que entrar en demasiados detalles, a menos que sea de vital importancia para la trama o particularmente extraña e interesante, pero tienes que saber qué es lo que les motiva. Si, por ejemplo, estás escribiendo sobre una persona afable y asustadiza, pero la historia requiere que se vuelva de pronto fiera y atrevida, tienes que saber desde el principio que, en algún lugar de su psique se encuentran semillas de osadía. Si sabes esto desde el comienzo, entonces retazos de esto irán apareciendo a lo largo de la historia y no resultará inverosímil cuando de pronto se lance sobre el tío Bill y le muerda en el cuello. Y esto tiene que ser así para la mente de cada persona que quieras representar. El tipo de personas que son en el interior es lo que les da las razones para hacer lo que hacen en la historia.

Cuando conoces a tus personajes por dentro y por fuera, obtienes una encantadora recompensa. Si lo has hecho bien, llegará un momento en el que comenzarán a comportarse como gente real, gente independiente. Harán y dirán entonces cosas que ni siquiera tú esperas. Déjalos. Esto añadirá mucho a la profundidad y a la emoción de la narrativa.

Todo esto se aplica particularmente a los malos de la historia. Tienes que recordar que los villanos son también gente real. Tienen razones para hacer lo que hacen, motivos para la forma en la que se comportan y, de normal, no se consideran a sí mismo malvados. Simplemente están trabajando por una causa o tienen unas fuertes convicciones que los han llevado por el mal camino. Muchos escritores olvidan esto y hacen que sus villanos se rían de forma malvada y se regocijen en su perversidad o, peor, se escaquean de explicar nada diciendo simplemente que están locos. Así que crean un villano cuya vida gira únicamente alrededor de atormentar al héroe. La mayor parte de la gente mala no es así. Es mucho mejor considerar que son como el resto de personas, pero más malos.


Y he aquí un consejo, algo que yo normalmente hago: haz que tu malo sea alguien que conoces y que te desagrada. Usa a una persona real como modelo. Entonces no tendrás ningún problema en hacerlo convincente porque lo conoces. La gente se sorprende cuando lo digo, pero, como ninguna persona mala se piensa que lo es, esta gente real no será capaz de reconocerse en mi historia, por lo que no hago daño a nadie. Además, se lo merecen. Así que mira a tu alrededor. Tiene que haber alguien que conozcas y sea malo. Úsalo. Y otra recompensa será que, dado que el resto de personajes estarán reaccionando ante una persona real, se empezarán a comportar más como personas reales también.

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Y esto es todo, espero que os hayan gustado los consejos de mi autora adoptada y os ayuden. A mí me parece que tiene mucha razón en algunos puntos, pero, al fin y al cabo, estos eran los trucos que a ella le funcionaban y que no son sagrados. Muchos escritores lo harán de otras maneras y les funcionará también. Podéis dejarme vuestra opinión al respecto en los comentarios.

¡Hasta la próxima! (¡Que prometo que sí que será la entrada de mujeres reinando!) 

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