Lo que vais a leer no es más que una traducción realizada por mí de un pasaje del libro Reflections On the Magic of Writing, que recoge muchos artículos escritos por Diana o charlas dadas por ella sobre la escritura. Este me ha parecido interesante porque, bueno, tengo varios artículos sobre construcción de personajes en el blog, así que queda bastante acorde.
Os recuerdo que todo esto forma parte del proyecto Adopta una autora, del que podréis saber más pulsando en el link.
Sin más dilación, os dejo con los consejos de Diana sobre la construcción de personajes...
CONSTRUCCIÓN DE PERSONAJES
CONSEJOS PARA JÓVENES ESCRITORES
Siempre dispuesta a
dar sugerencias y consejos, Diana escribió este texto para ayudar a jóvenes
aspirantes a escritores.
Tus personajes son la parte más importante de lo que escribes.
Son los que hacen que la trama funcione. Las cosas no pasan porque sí, son las
personas las que hacen que sucedan: decidiendo hacer una cosa en vez de otra,
reaccionando entre ellos (“Me gusta esta persona, odio a esa y esta otra es idiota”), teniendo fuertes convicciones sobre la vida, siendo vanidosos o
egoístas, o también simplemente por no hacer nada de nada.
De ahí que tengas que encontrar a la gente adecuada para tu
historia. No estaría bien, por ejemplo, si la historia que quieres contar trata
sobre alguien convirtiéndose en rey del mundo, hacer que este personaje sea una
persona débil y tímida o, si lo haces, la historia tendría que tratar sobre
cómo una persona así llegó a convertirse en rey debido a una serie de
accidentes y malentendidos. Esta sería una historia muy diferente a la de una
persona fuerte superando todo tipo de obstáculos y consiguiendo el trono al
final. ¿Ves lo que quiero decir? El tipo de persona que elijas para la historia
marca la diferencia.
Algunos escritores tratan de solucionar esto de una o dos
maneras: la primera, teniendo un personaje principal que es una especie de
títere y de observador, y haciendo que todos los acontecimientos sucedan y
todos los personajes aparezcan delante de él. El resultado es que este
personaje observador se convierte en una mera ventana sin personalidad por la
que el lector mira a través y la trama termina siendo una serie de episodios
inconexos. Lo que obtienes con esto es una especie de teatro y no una historia
de verdad. Un muy buen ejemplo de esto es Alicia
en el país de las maravillas, pero es un método que nadie debería imitar a
menos que sea realmente un genio.
La segunda forma es incluso peor: aquí el escritor decide una serie de nombres (normalmente muy difíciles de recordar) y los deja
hacer lo que la historia quiere que hagan, sin que estos tengan razones para
hacerlo. Yo creo que lo que se espera con esto es que, si los trabajas con
suficiente fuerza, estas figuras de cartulina terminarán, de alguna forma,
convirtiéndose en gente de verdad. Al final, esto solo consigue desconcertar al
lector, que intentará averiguar por qué
Ertyulop huyó con el tesoro cuando en el último capítulo estaba intentando
protegerlo, o por qué Asdfgh de
repente decidió unirse a la expedición cuando no conseguiría nada que le
interesara haciéndolo, o incluso por qué
Oknmb de pronto ha empezado a odiar a Ertyulop.
Así que, ¿cómo puedes hacerlo bien?
Tienes que considerar que todos los personajes de tu
historia son gente real. Tienes que
conocerlos bien antes de comenzar a escribir, como si fueran buenos amigos
tuyos. Esto es aplicable a todas y cada una de las personas que aparecen en tu
historia, no solo para los protagonistas. Mira a tu alrededor, a tus amigos,
tus enemigos, a tus irritantes tías, y aplica lo que aprendas en los personajes
de tu historia. Cada una de estas personas tendrán un físico diferente, eso
para empezar, lo que hará que caminen, se sienten y gesticulen de forma
distinta al resto. El pelo de cada uno será de una forma en particular y les
tapará los ojos, o no, cuando se emocionen. Los dientes de algunos sobresaldrán
y habrá otros que los tengan postizos. Hay personas que hacen gestos todo el rato
mientras otras prefieren quedarse quietas. Y lo más importante de todo, puesto que
esto será lo que principalmente aparecerá en una historia por escrito: cada persona
hablará de una forma diferente, característica. Escucha atentamente y te darás
cuenta de que cada persona tiene su ritmo propio y especial al hablar. Una vez
que encuentras el ritmo del habla de tu personaje y consigues plasmarlo por
escrito, este conseguirá convencer a los lectores de que se trata de una persona real.
Otra cosa que hacen las personas de verdad es tener trabajo,
hobbies y una vida aparte de donde normalmente te las encuentras. Esto es algo que también tienes que tener presente. Nada
es menos convincente que unos personajes que solo parecen cobrar vida cuando
empiezan a tomar parte en la historia. Tienes que estar seguro de lo que hacen
cuando no estás escribiendo sobre ellos, lo que toman para desayunar, cuáles
son sus intereses, el tipo de ropa que compran… Entonces, incluso aunque
realmente no menciones mucho de esto, tus personajes tendrán un buen trasfondo.
Saber cómo es cada personaje cuando se baja del escenario,
por así decirlo, es a menudo de gran ayuda para escribir la historia. Digamos,
por ejemplo, que estás atascado en la escritura porque la trama te pide que tu
personaje principal encuentre algo de vital importancia y no tienes ni idea de
dónde puede conseguirlo. Entonces, afortunadamente, recuerdas que el vecino de
al lado del protagonista, el nervioso y mayor señor Bulsón, tiene una tienda de
objetos usados en el mercado. Tu protagonista podría dejarse caer por la tienda
y darse cuenta de que aquello que buscaba se encuentra en el escaparate. Si no
hubieras sabido de antemano esto sobre el señor Bulsón, te habrías quedado
atascado de verdad con la historia.
Pero ten cuidado: no hay necesidad de meter en la historia
todo lo que sabes de ellos. Esta es otra manera de crear el efecto cartulina
del que hablé antes. El punto es que tú
necesitas saber todo eso, pero el lector no. Las largas descripciones sobre la apariencia de tus personajes o sobre
sus vidas sacan a los lectores de la historia. Pero si tú lo sabes, estos
detalles aparecerán de forma natural sin que los tengas que contar como tal.
Y por encima de todo, hay algo que tienes que tener siempre en cuenta: la vida interior de los personajes. De nuevo, no tienes que
entrar en demasiados detalles, a menos que sea de vital importancia para la
trama o particularmente extraña e interesante, pero tienes que saber qué es lo
que les motiva. Si, por ejemplo, estás escribiendo sobre una persona afable y
asustadiza, pero la historia requiere que se vuelva de pronto fiera y
atrevida, tienes que saber desde el principio que, en algún lugar de su psique
se encuentran semillas de osadía. Si sabes esto desde el comienzo, entonces
retazos de esto irán apareciendo a lo largo de la historia y no resultará
inverosímil cuando de pronto se lance sobre el tío Bill y le muerda en el
cuello. Y esto tiene que ser así para la mente de cada persona que quieras
representar. El tipo de personas que son en el interior es lo que les da las
razones para hacer lo que hacen en la historia.
Cuando conoces a tus personajes por dentro y por fuera, obtienes una encantadora recompensa. Si lo has hecho bien, llegará un momento
en el que comenzarán a comportarse como gente real, gente independiente. Harán
y dirán entonces cosas que ni siquiera tú esperas. Déjalos. Esto añadirá mucho
a la profundidad y a la emoción de la narrativa.
Todo esto se aplica particularmente a los malos de la
historia. Tienes que recordar que los villanos son también gente real. Tienen
razones para hacer lo que hacen, motivos para la forma en la que se comportan
y, de normal, no se consideran a sí mismo malvados. Simplemente están
trabajando por una causa o tienen unas fuertes convicciones que los han
llevado por el mal camino. Muchos escritores olvidan esto y hacen que sus
villanos se rían de forma malvada y se regocijen en su perversidad o, peor, se
escaquean de explicar nada diciendo simplemente que están locos. Así que crean un villano
cuya vida gira únicamente alrededor de atormentar al héroe. La mayor parte de la gente
mala no es así. Es mucho mejor considerar que son como el resto de personas,
pero más malos.
Y he aquí un consejo, algo que yo normalmente hago: haz que
tu malo sea alguien que conoces y que te desagrada. Usa a una persona real como
modelo. Entonces no tendrás ningún problema en hacerlo convincente porque lo
conoces. La gente se sorprende cuando lo digo, pero, como ninguna persona
mala se piensa que lo es, esta gente real no será capaz de reconocerse en mi
historia, por lo que no hago daño a nadie. Además, se lo merecen. Así que mira a tu
alrededor. Tiene que haber alguien que conozcas y sea malo. Úsalo. Y otra
recompensa será que, dado que el resto de personajes estarán reaccionando ante
una persona real, se empezarán a comportar más como personas reales también.
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Y esto es todo, espero que os hayan gustado los consejos de mi autora adoptada y os ayuden. A mí me parece que tiene mucha razón en algunos puntos, pero, al fin y al cabo, estos eran los trucos que a ella le funcionaban y que no son sagrados. Muchos escritores lo harán de otras maneras y les funcionará también. Podéis dejarme vuestra opinión al respecto en los comentarios.
¡Hasta la próxima! (¡Que prometo que sí que será la entrada de mujeres reinando!)
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