sábado, 18 de junio de 2016

LO QUE EL USO DE NEOLOGISMOS EN LA LITERATURA NOS PUEDE ENSEÑAR

Ensayo realizado por Patricia Macías García, alumna del Doble Grado en Humanidades + Traducción e Interpretación en la universidad Pablo de Olavide para la asignatura Aspectos Descriptivos y Normativos del Español Actual. 

Publico este ensayo en el blog porque creo que el tema de la creación de palabras es muy interesante para escritores de fantasía y de ciencia ficción. 

“(…) una cosa hállo et sáco por conclusión mui cierta: que siempre la lengua fue compañera del imperio; et de tal manera lo siguió, que junta mente començaron, crecieron et florecieron, et después junta fue la caída de entrambos” (Nebrija, 1492).

Con estas palabras termina Antonio de Nebrija el prólogo de su Gramática castellana, que publicada en 1492 fue la primera obra dedicada al estudio y las reglas del castellano. Como podemos ver, Nebrija ya era consciente, a pesar de su visión negativa hacia ello, de que la lengua iba evolucionando de forma simultánea  a los cambios en la sociedad. Es decir, al mismo tiempo que surgen avances que crean nuevas realidades, es necesario que estas sean descritas de alguna manera; de esta necesidad surgen los neologismos. Y aunque es cierto que las innovaciones no solo se producen en el plano léxico-semántico, sino que lo hacen en todos los planos lingüísticos, se podría decir que estos son los más apreciables a simple vista.

El término neologismo proviene de la unión de las palabras griegas neo (nuevo) y logos (palabra), y la RAE lo define como ‘vocablo, acepción o giro nuevo en una lengua’. El término neologismo nació en el siglo XVIII para designar una afectación en la manera de expresarse (Guerrero Ramos, 1995). Es decir, en los orígenes del término, se consideraba a los neologismos como una corrupción al lenguaje. Después del Siglo de las Luces el término fue despojado de su carga peyorativa y pasó a la terminología lingüística para designar, como todavía lo hace hoy, una innovación en la lengua (Guerrero Ramos, 1995). En la actualidad, con los avances científicos y tecnológicos, aparecen cada día más y más neologismos, y a pesar de que la finalidad de estas palabras sea designar una cosa, idea o pensamiento nuevos, mucha gente sigue viéndolos de forma negativa todavía. Por esta razón, me gustaría esclarecer en este ensayo la importancia de los neologismos, en especial en el terreno de la literatura, ámbito que mejor conozco.

Antes de empezar, sería necesario hacer una distinción entre neologismos basándonos en la forma y el significado:

  • Neologismos de forma y significado nuevos: anteriormente no existía la forma ni tampoco existía otra palabra con el mismo significado. Ej: punk, surf
  • Neologismos de forma nueva (neologismo formal): existía el significado, pero la forma es nueva. Ej: hipermercado, preescolar
  • Neologismo de forma antigua pero acepción nueva (neologismo semántico): existía la forma, pero ahora obtiene un nuevo significado. Ej: ratón

Como ya comentaba anteriormente, los neologismos pueden surgir por la necesidad de explicar algo que antes no existía, y a estos se les llama neologismos denotativos, pero también por muchos otros motivos. Por ejemplo, como dijo Fernando Lázaro Carreter (2002), “por la sensación de vejez que rodea a ciertas palabras, y la necesidad que sienten las generaciones jóvenes de sustituirlas por otras de faz más moderna”. También es posible crear palabras con fines lúdicos o estéticos. A estos últimos se les llama neologismos connotativos. Es lógico por tanto que si en los hablantes existen distintas motivaciones para crear nuevas palabras, los mecanismos para crearlos no serán siempre los mismos. Así, podemos formar nuevas palabras mediante prefijos, sufijos, mediante la unión de dos palabras, usando la metáfora, tomando prestados términos de otras lenguas, etc.

Ahora que ya sabemos qué tipos de neologismos existen y cómo se forman, sería apropiado analizar a continuación uno de los medios en el que han aparecido a lo largo de la historia multitud de neologismos: la literatura. En la actualidad, los medios de comunicación son una de las fuentes principales de aparición de neologismos. No obstante, ese lugar lo ocupaba antes la literatura. En ella, la creación de palabras cumple una función expresiva. Algunas de las palabras que se crean en literatura en un determinado contexto, no se usan luego nunca más, pero cumplen con una función estilística dentro del texto. Por ejemplo, Rafael Alberti inventó términos como “gravijo” o “pilindrica”, pero ninguna de estas palabras pasó a la lengua común. Otras veces, sin embargo, las palabras sí se hacen populares y se extienden entre los hablantes. Así, por ejemplo, 1700 palabras que se usan comúnmente en el inglés, se deben a la inventiva de Shakespeare, que usó, mayoritariamente, el método de convertir sustantivos en verbos. Pero no solo ellos, también muchos otros escritores a lo largo de la historia han creado nuevas palabras cuando no encontraban las apropiadas en el vocabulario existente, querían expresar una realidad de una forma distinta o simplemente creaban en sus ficciones realidades inexistentes hasta ese momento.  No obstante, si hay un género literario que se nutre con la creación de palabras, ese es la ciencia ficción.

Igual que cuando vamos al cine a ver una película de ciencia ficción esperamos encontrar efectos especiales, los lectores de ciencia ficción esperan encontrar señales que simbolicen de algún modo que el mundo descrito en la novela es distinto respecto al nuestro, que ha evolucionado. Dado que la lengua no es estática y evoluciona al mismo tiempo que la sociedad, los neologismos son básicos en este género literario. Los neologismos que se crean con este fin, lo hacen también siguiendo los procesos reales de formación de palabras que se experimentan en la sociedad real. Estos neologismos pueden aparecen en una gran variedad de formas y registros, y en la mayoría de casos sirven para describir la transformación tecnológica sufrida por la sociedad que se describe. Estas palabras, además, ayudan a la construcción de la lógica interna de la trama e involucran al lector en la historia.

Los neologismos atraen la atención del lector. Por lo tanto, bien utilizados, son una buena forma de mantener al lector enganchado a la historia, intentando discernir qué implica el concepto que le es desconocido. Así que podríamos decir que los neologismos funcionan en literatura como un recurso estilístico. Sin embargo, siempre hay que tener en cuenta que los neologismos son un arma de doble filo, dado que el abuso de ellos puede llevar a la ininteligibilidad del texto. Quizá haya personas a las que les resulte divertido descodificar una cantidad ingente de términos imaginarios, pero la mayoría de lectores, incluso los más cultos, tienen un límite que, sobrepasado, les hace perder el interés por la obra, así como creerla pretenciosa y un completo sinsentido.

Los neologismos imaginarios sobresalen sobre los demás neologismos por unir referencias imaginarias con referencias a la lengua conocida. El lector debe intuir de dónde surgió el término y cómo al escritor se le pasó por la cabeza. Para que el neologismo sea comprendido, debe existir esa unión con la lengua real, pero para que una historia centrada en un futuro hipotético o más fantástico suene a su vez veraz y tenga una lógica interna, es necesario innovar también en el lenguaje. Los neologismos como alteración del lenguaje son escogidos como recurso literario no solo porque son visibles, sino porque cualquier otro tipo de cambio hipotético en la lengua (sintáctico, por ejemplo) llevaría a la incomprensión total de la historia.

Como podemos comprobar, los neologismos en este tipo de literatura, aunque no sean indispensables y haya que tener cuidado con ellos, toman una gran importancia. Pero no tenemos por qué quedarnos ahí, al analizar el uso de neologismos en la literatura de ciencia ficción, podemos darnos cuenta de que es posible aprender mucho sobre el uso que se le da a este tipo de palabras en nuestra sociedad. Igual que un lector no puede asimilar un montón de nuevos términos en un par de hojas, una persona tampoco puede aprender una cantidad demasiado grande de nuevas palabras en poco tiempo, y mucho menos si no se encuentra demasiado familiarizada con el tema. Así como al lector que no habitúa a leer ciencia ficción le cuesta más trabajo familiarizarse con los términos imaginarios presentes en este tipo de literatura, a los ancianos que no les interesa la informática les resulta complicado aprender y entender los nuevos términos que surgen cada día en este ámbito. Los neologismos se van extendiendo en la población de forma dosificada, y por eso muchas de las palabras que se inventan cada día, no persisten al día siguiente, igual que cuando intentamos aprendernos listas de vocabulario de una lengua extranjera no recordamos la totalidad de ellas más tarde.

¿Podríamos escribir ciencia ficción sin usar neologismos? Por supuesto. ¿Sería lo mismo? No, sería como ir a una discoteca con la ropa de tu bisabuelo. La literatura de ciencia ficción o fantástica, necesita estar innovando e imaginando constantemente, por lo que el lenguaje no se puede quedar atrás y debe adaptarse a ello. Asimismo, podríamos seguir comunicándonos igual que en el Siglo de Oro. ¿Por qué no lo hacemos? Porque el tiempo ha pasado, la realidad no es la misma y por tanto el lenguaje tampoco. Los neologismos son indispensables en un mundo que cambia. Ciertamente, como dice Gloria Guerrero, “todas las palabras han tenido, tienen y tendrán una primera documentación en la historia de la lengua, un primer momento neológico” (1995). Toda palabra fue en algún momento un neologismo, así que aunque Nebrija en el prólogo de su gramática hablase de la caída de la lengua porque esta había cambiado, y por mucho que a algunos puristas les pese, es necesario y también positivo que la lengua reajuste, elimine y añada, igual que sucede en la literatura.

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BIBLIOGRAFÍA

Nebrija, A. D. (1492) Gramática castellana.

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