miércoles, 15 de junio de 2016

CREACIÓN DE PERSONAJES I: REYES Y EMPERADORES, LO QUE PODEMOS APRENDER DE JUSTINIANO I

¿En vuestras historias ha aparecido o piensas que va a aparecer alguna vez un personaje poderoso como un rey o un emperador? Con mucha probabilidad la respuesta a esta pregunta sea sí (y no es porque la haya formulado de tal forma que sea muy difícil responder que no, qué va). Pues en este caso, como en muchos otros, la Historia es una maravillosa fuente de inspiración para la construcción de este tipo de personajes.

¿Qué  es lo que hacen los soberanos? ¿Qué necesita un soberano ficticio para que resulte creíble?




Crear un personaje poderoso no es sencillo. No solo tiene que haber hecho grandes cosas como conquistar territorios o haber acumulado una gran cantidad de riquezas. Todo esto no sirve de nada sin buena propaganda y la apariencia y la actitud adecuada, y de esto los emperadores persas sabían mucho. Pero no voy a hablar de los persas, sino del emperador bizantino que se inspiró en ellos y que a pesar de dejar en profunda crisis al Imperio romano de Oriente, se le considera "último de los romanos" o "el último emperador romano" (o sea, se le recuerda como a un romano de los de verdad, de los buenos). Sí, voy a hablaros de Justiniano I el Grande. (Con ese apelativo se entiende perfectamente por qué es un buen ejemplo, ¿no?)

Pero, ¿quién fue este Justiniano? Justiniano I fue el emperador del Imperio romano de oriente desde el año 527 hasta su muerte en el 565 y la Historia lo recuerda por su política militar, por su reforma administrativa y por su obra legislativa. Porque, chicos, todos los grandes emperadores habían llevado a cabo campañas militares y habían reformado la administración, ¡él no iba a ser menos! Este hombre no era tonto, sabía perfectamente a qué tenía que dedicarse si quería que su nombre fuera recordado. Por esta razón todas sus acciones nos sirven como guía para crear a nuestro gran soberano ficticio.


Quizá uno de los grandes aciertos de Justiniano fue rodearse de la gente correcta. Su gran colaboradora fue Teodora, su mujer, a la que conoció en una fiesta en la que ella trabajaba como hetaira*. Teodora aportaba a su marido su inteligencia y su diferente visión del mundo, visión construida a partir de su origen humilde, pues su padre había sido domador de osos. En el plano militar, fichó a los dos generales más importantes de su época: Belisario y Narsés. Para la reforma administrativa contrató al mejor asesor legal del momento: Juan de Capadocia. Y para la elaboración de su código de derecho, titulado Corpus Iuris Civilis, contrató también al mejor jurista: Triboniano. ¿Qué podemos aprender de esto? Que no, un buen soberano no tiene que saber de todo, sino que tiene que rodearse de gente que sí que sabe.

A su política exterior se la ha denominado la renovación del imperio (renovatio imperii) porque la idea que tiene Justiniano es que como último de los romanos, debe recuperar el Imperio Romano. Estamos hablando de que el Imperio romano de occidente hace años que se ha disuelto en distintos reinos germanos y Justiniano quiere revivir la grandeza del Imperio Romano clásico. Además, Justiniano es el jefe de la Iglesia cristiana en oriente, así que se siente con el deber, o así lo justifica, de expandir la religión cristiana y acabar con las herejías.  Con este objetivo, conquista la Península Italiana, donde se habían asentado los ostrogodos, el reino vándalo en el norte de África y una pequeña e imprecisa franja de la Península Ibérica. Todo esto conlleva posteriormente más repercusiones negativas que positivas,  pero ya hablaremos de esto más tarde.

Recapitulemos. Para que un soberano sea considerado grande necesita:

  1. Conquistar
  2. Reformar
  3. Legislar
  4. Rodearse de buenos colaboradores
  5. Expandir sus ideas (religiosas, políticas, etc.)

Nuestro amigo Justiniano ya ha hecho todas estas cosas, pero, como ya dije en un principio, todo esto no es suficiente. Es necesario también reforzar la imagen imperial y tener una buena propaganda. Tiene que existir la idea de que emperador no puede ser cualquiera, que la figura del emperador es sagrada y que sus decisiones se acatan sí o sí. Y aquí es a donde yo quería llegar.

El objetivo de Justiniano es el de identificar al emperador con Dios y por ello no construye columnas ni arcos del triunfo, sino que su propaganda es una catedral, la más grande de la cristiandad en aquel momento, la catedral de Santa Sofía en Constantinopla. Lo hace porque él es el representante de Dios.

Como ya había adelantado, otra reforma de la imagen imperial la lleva a cabo por inspiración persa y consiste en crear todo un ceremonial cortesano, es decir, un protocolo de la corte. Justiniano va a definir qué pasos hay que seguir antes de ver al emperador, de forma que no sea tan sencillo verlo y se cree la idea de inalcanzable (de hecho, toda esta ceremonia pasa luego al imperio alemán cuando Otón II se casa con una princesa bizantina. Y de la corte alemana se extiende a todas las demás cortes europeas). Además, Justiniano se va a mostrar tras una nube de incienso (los emperadores persas hablaban desde detrás de una cortina), como algo sacro. Esto no solo conseguía que se le viera como alguien sagrado, intocable, sino que también imponía. Cuando no puedes ver a alguien, tienes miedo. No puedes ver la expresión que está poniendo, no puedes saber si le gusta lo que dices o si te va a mandar ejecutar. Los humanos desde siempre hemos tenido cuidado en la oscuridad, hemos sido precavidos ante lo desconocido, lo que no podemos ver. Los emperadores persas lo sabían y Justiano I el Grande también, por lo que se aprovecharon de esto.

Así que pongamos todos los puntos juntos:

  1. Conquistar
  2. Reformar
  3. Legislar
  4. Rodearse de buenos colaboradores
  5. Expandir sus ideas (religiosas, políticas, etc.)
  6. Venderle a la gente la imagen que quieres dar mediante construcciones u otro tipo de propaganda que pueda llegar a todo el mundo.
  7. Reforzar su imagen. Él es el que manda. Su figura es intocable, incluso sagrada.


Por supuesto, para crear a nuestro soberano ficticio no es necesario que usemos todos estos puntos, pero sí los podemos tener presentes cuando nos ponemos a escribir. Definitivamente si nuestro personaje tiene grandes miras, probablemente quiera cumplir con todos ellos o con la mayoría. Sin embargo, si queremos crear a un poderoso rey que es además muy cruel, los dos últimos puntos que tienen que ver con la visión que da de él a los demás, serán imprescindibles, mientras que las reformas administrativas no serán tan necesarias.

Por otro lado, no se puede conseguir llevar a cabo todos esos puntos sin tener unas repercusiones. Algunas de ellas inevitablemente negativas. Es obvio que para llevar a cabo todos esos puntos necesitas dinero. El dinero que pones en campañas militares o en pagar a los persas para que no te ataquen mientras te vas a luchar a Occidente (sí, esto pasó y los persas se aprovecharon muchísimo de la situación), se pierde, no va a la gente, y esta se empobrece. De hecho, a pesar de todo lo que he hablado anteriormente y de cómo ha pasado a la Historia, Justiniano fue en su época un emperador impopular. Sus campañas exteriores y sus grandes construcciones arquitectónicas incrementaron los gastos del Estado, haciendo aumentar la presión fiscal. En el 532 estalló contra él una insurrección popular (la Revuelta de Nika), sofocada por Teodora y Belisario, que terminó con una cantidad ingente de víctimas.

Por lo tanto: ¿quieres que tu emperador/rey/lo que sea poderoso sea bueno? No hagas que todo el dinero lo ponga en campañas militares, sino que lo invierta en el pueblo. Sin embargo, si quieres que sea un personaje egoísta, centrado en llenarse de gloria y que no le importe empobrecer a su pueblo en pos de ganar fama y hacerse un hueco en la Historia, este punto es un must.

¿Vosotros qué pensáis? ¿Se os ocurre algún punto más que se podría añadir? Podéis escribirme sobre esto y todo lo que queráis en los comentarios. Si he metido la pata en algún momento al hablar de la vida de Justiniano o en cualquier otra cosa, también podéis comentármelo, que no muerdo.

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La información para escribir este artículo ha sido obtenida de las clases de mi profesora de Historia Medieval, pero para cualquier duda o mala interpretación que yo haya podido dar, podéis dejarme un comentario. 

*Hetaira era el nombre que recibían en la antigua Grecia las cortesanas, es decir, una forma de compañía sofisticada mezclada con prostitución. Eran mujeres libres, independientes, que ejercían la prostitución y que disponían de una esmerada educación y, algunas, gran influencia y prestigio social. Se han encontrado algunas similitudes entre las hetairas griegas y las oirans japonesas o las kisaeng coreanas, figuras todas ellas complejas y posiblemente intermedias entre prostitutas y damas de compañía.


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1 comentario:

  1. Muy interesante. Justo tengo un Justiniano a lo bruto en la saga que estoy escribiendo (y yo sin saberlo!)

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